Page 12 - El Rostro Enfermo
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Introducción / Introduction
sucumbir en el pecado de la idolatría condujo a porción”, cedieron, aunque fuera menor, un es-
atacar cualquier intento de encarnación perso- pacio artístico a lo extravagante, lo excéntrico, lo
nal, excluyendo toda representación de la figura estrambótico y lo grotesco. Y de la misma manera
humana y culminando en la iconoclastia integral. como el viejo Platón nos convenció de que la be-
Si eludimos la discontinuidad estilística que suce- lleza era un ideal que solo el espíritu era capaz de
dió al retrato escultórico realista de finales del Im- conseguir, algunos heterodoxos se lanzaron a la
perio romano, sería necesario esperar al final de inclemente representación realista de los porta-
la Edad Media, mucho antes de que la fotografía dores de deformidades. Anomalías estéticas que
permitiera un registro mecánico de rasgos indivi- producían en el espectador hostilidad, miedo, re-
duales de fidelidad innegable, para que surgiera pulsión, señalamiento y aversión sexual, cuan dio-
un naturalismo artístico que creara imágenes de ses creadores de monstruos infantiles destinados
personas singulares que fueran reconocibles. Fue a su divertimento o demonios surgidos de satáni-
entonces cuando el ojo implacable del artista se cas hibridaciones entre animales y humanos para
zambulló en la representación de los intrincados atemorizar a los crédulos seres terrenales.
secretos del alma y por fin nos mostró la verdade- Hoy, sin embargo, descubrimos en la representa-
ra esencia del ser humano subrayando no solo sus ción de estos seres desgraciados que sufrieron la
virtudes, sino también sus defectos, vicios, depra- enfermedad, la mortificación y la crueldad de sus
vación e inmoralidad. Entonces surgió la fealdad contemporáneos, la verdadera intencionalidad
como antagonista explicativo de la belleza, y la de los más grandes artistas, genios que buscaron
deformidad facial y la enfermedad como instru- despertar la compasión, la ternura y la indulgen-
mentos para representarla. cia que todo ser humano lleva en su corazón. Y así
Por primera vez el orden, la simetría y la armonía, es como los autores de la obra que el lector tiene
aquellos conceptos que los artistas grecolatinos en sus manos se han acercado a esta geografía
asociaron a la “sección áurea” o a la “divina pro- del rostro que a continuación les presentamos.
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